PUNTO DE SOMBRA | Castellón cutre y poligonero vs Castellón de cultura de alta gama

Vicente Cornelles Castelló

Escritor y periodista

El aforismo popular de que “una imagen vale más que mil palabras” es tan cierto que una fotografía puede convertirse en todo un relato, en una declaración de intenciones e, incluso, en una metáfora grandilocuente e hiperbólica de una realidad latente sin necesidad de vocablos y recursos lingüísticos.

Y así es con el daguerrotipo publicado ayer por la prensa local de papel (cada día más en declive y vendida al poder) en el que aparece la alcaldesa alicantina de Castellón, su concejala marítima y el pregonero de la fiesta en un cadafal presenciando la exhibición de toros cerriles de las fiestas de Sant Pere del Grau. La instantánea no tendría mayor importancia a no ser que en la página anterior el rotativo denuncia, mira por dónde, que, un año y medio después de terminadas las obras, el nuevo Archivo Histórico Provincial, junto a la Escuela Oficial de Idiomas del campus universitario de Riu Sec, permanece cerrado. Un proyecto hecho realidad y reivindicado desde los años 90 cuando el concejal de Cultura del Ayuntamiento de entonces, Miguel Ángel Mulet, consiguió una sede propia para el Archivo (Castellón era la única capital de provincia sin edificio propio para estas dotaciones). Dos realidades. Dos sustantividades. Es decir, el Castellón poligonero y cutre versus el Castellón de la cultura de alta gama. La ciudad populista y populachera frente a la cultural, ilustrada y universitaria.

Aunque, como todo en la vida, todo tiene su explicación y frenesí. El equipo municipal de gobierno del Partido Popular sabe perfectamente que el Archivo está acabado y puede funcionar, pero se niega a que sea inaugurado, ya que estas dotaciones son obra del Ministerio de Cultura, en manos de Ernest Urtasun, del gobierno de coalición PSOE-Sumar, por lo que los populares no quieren que sea el gobierno central el que abra las instalaciones por motivos ideológicos, claro. Una actitud también cutre y poligonera, y que denota la escasa apertura de miras del poder municipal, la falta de sensibilidad cultural y de crecimiento ciudadano.

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