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PUNTO DE SOMBRA | El milagro dormido

PUNTO DE SOMBRA | El milagro dormido

Vicente Cornelles Castelló

Escritor y periodista

En tiempos de fervor, cuando la Mare de Déu del Lledó recorre las calles e iglesias de nuestra ciudad para conmemorar el centenario de su coronación canónica y pontificia, es momento de dejar la acritud y el cinismo periodístico, y centrarnos en un acontecimiento de marcado carácter histórico y devocional. Indudablemente, la advocación mariana de Lledó ejerce un patronazgo extraordinario sobre el Castellón fundado hace más de 700 años, una fundación que se consagra poco después con la Santa Troballa, el milagroso hallazgo de la pequeña figura que se interpretó como reflejo de divinidad, y que algunos especialistas relacionan con tradiciones paganas sobre la diosa Isthar. Fue el principio del Cristianismo en Castellón.

Pero, en un relato en el que los datos historiográficos y las leyendas se confunden hay un hecho contundente, considerado como milagro, y que avaló mucho más que cualquier bautizo o documento oficial el sello de la Virgen María Lledonera como patrona de la ciudad. Estamos hablando de una tarde de primavera en el santuario, hoy basílica de Madonna Sancta María Mare de Déu del Lledó, cuando un grupo de mujeres estaban rezando y suplicando por sus hijos que estaban participando en la guerra de África. Era el 7 de mayo de 1922, en la penumbra de las oraciones y de la puerta semicerrada del templo, cuando el prior de la basílica iba a subir al púlpito para su predicación, una de las madres cruza el pasillo eclesial y a voz en grito anuncia que ‘els xics tornen a casa’. Se refería a los mozos que regresaban a sus hogares. Los gritos de júbilo y gratitud fueron inmediatos y las miradas de aquellas mujeres se dirigieron hacia la Madre y Maestra, a la Reina y Señora, que desde su camarín oteaba vigilante y acogedora el santuario. Fue el gran milagro, el gran sello, la inmensa generosidad de la Lledonera sobre la ciudad de Castellón para que las madres de los soldados tuvieran cerca a sus hijos. Sí. Fue un milagro. El milagro dormido que sustenta la fe y el amor de los castellonenses a la Mare de Déu del Lledó, y que cumple estos días sus primer cien años como Virgen Coronada por el Papa. 

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