PUNTO DE SOMBRA | El exceso de ataraxia en Castellón
Vicente Cornelles Castelló
Escritor y periodista
En la ciudad del silencio todos callan. Ya puede haber agravios, injusticias, decisiones equivocadas y arbitrarias y afrentas que nadie protesta, ni se rebela ni nadie pone el grito en el cielo. La prueba del algodón es estos días el desarrollo incontrolado de las voraces obras en las calles para adecuarlas al mandato europeo de las zonas de bajas emisiones (ZBE) y también las de los accesos al puerto. Unos salvajes trabajos que están provocando el cabreo de los vecinos, aunque, a la hora de la verdad todo se queda en eso (será que cuando gobierna la derecha se es más indulgente). Más aún, cuando la amnesia parece haber calado en el cerebro de los vecinos y nadie se acuerda ya que la actual alcaldesa, Begoña Carrasco, durante su campaña electoral para acceder al cargo, se opuso fervientemente a ejecutar estas obras. Sin embargo, meses después de alcanzar el gobierno municipal, las excavadoras han entrado de forma desaforada al Raval de Sant Fèlix donde la ejecución de las ZBE está alcanzando su máxima expresión.
Está claro que, pese a las promesas de lo contrario, el dinero procedente de la Unión Europea es muy apetecible y aunque no sean necesarias, el Ayuntamiento claudica desde su propio interés como institución, no desde lo que necesitan los vecinos, ante un proyecto innecesario y despilfarrador. Por el contrario, la falta de gestión municipal, además, está haciendo que en ningún momento no solamente no se pida disculpas desde el consistorio por la incomodidad de las obras, sino que tampoco se ha dado una exhaustiva información sobre el porqué y la duración de estas labores en el casco urbano castellonense. La ataraxia que sufre la ciudad de Castellón es un elemento a favor para que los poderes públicos hagan de su capa un sayo y actúen a espaldas de los intereses de los ciudadanos. Que triste.
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